domingo, 17 de febrero de 2008

LA EXPLORACIÓN DE LA DIVERSIDAD CULTURAL

LA EXPLORACIÓN DE LA DIVERSIDAD CULTURAL

KOTTAK, Conrad. Antropología Cultural, espejo para la humanidad.
Madrid; Mc Graw Hill, 1997


«Todo el mundo es más o menos igual.» «Eso es precisamente la naturaleza humana.»Estas opiniones, escuchadas en conversaciones, en los medios de comunicación y en cientos de escenas cotidianas, fomentan la idea errónea de que la gente de otros países tiene los mismos deseos, sentimientos y aspiraciones que nosotros. Tales afirmaciones proclaman que puesto que todo el mundo es esencialmente igual, todos están deseosos de recibir las ideas, creencias, instituciones, valores, prácticas y productos de una expansiva cultura norteamericana. Con frecuencia, estas asunciones suelen ser erróneas. La antropología ofrece una visión más amplia —una perspectiva característicamente comparativa y transcultural —. La mayoría de la gente piensa que los antropólogos estudian fósiles y culturas preindustriales, y de hecho también lo hacen. Mis investigaciones me han llevado hasta remotos poblados de Brasil y de Madagascar, una gran isla frente a la costa sur oriental de África. En Brasil me hice a la mar con pescadores que utilizaban sencillos botes de vela para navegar por el Atlántico. Entre los betsileo de Madagascar trabajé en los campos de arroz y tomé parte en ceremonias en las que hube de meterme en tumbas para amortajar de nuevo los cadáveres en descomposición de los antepasados.

Sin embargo, la antropología va mucho más allá del mero estudio de los pueblos preindustriales. Es una disciplina científica de carácter comparativo que analiza todas las sociedades, antiguas y modernas, simples y complejas. La mayoría de las restantes ciencias sociales tienden a centrarse en una única sociedad, generalmente un país industrial como Estados Unidos o Canadá. La antropología, no obstante, ofrece una perspectiva transcultural única, comparando constantemente las costumbres de una sociedad con las de otras. Para llegar a ser un antropólogo cultural, normalmente se hace trabajo de campo etnográfico para producir etnografía (el estudio personal y de primera mano de entornos locales). Esto suele suponer el pasar un año o más en otra cultura, viviendo con la gente local y aprendiendo sobre sus costumbres. No importa cuánto aprenda y descubra el antropólogo sobre esa cultura, éste o ésta sigue siendo un extraño en ella. Esa experiencia de alienación supone un impacto profundo en el investigador. Habiendo aprendido a respetar otras costumbres y creencias, los antropólogos nunca pueden olvidar que hay un mundo más amplio. Existen formas normales de pensar y actuar diferentes a las nuestras.

LA DIVERSIDAD HUMANA

Los humanos son los animales más adaptables del mundo. En los Andes bolivianos la gente se despierta en poblaciones situadas a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar para ascender todavía varios centenares de metros más y trabajar en minas de estaño. Las tribus del desierto australiano adoran animales y discuten de filosofía. La gente sobrevive a la malaria en los trópicos. El hombre ha pisado la luna. El modelo de la Nave Espacial Enterprise en la Smithsonian Institution en Washington simboliza el deseo de explorar en busca de nueva vida y civilizaciones, sencillamente de llegar más allá de donde nunca nadie ha llegado antes. Deseos de conocer lo desconocido, de controlar lo incontrolable y de traer orden al caos tienen su expresión entre todas las gentes. La flexibilidad y la adaptabilidad son atributos humanos básicos, y la diversidad humana es el objeto de estudio de la antropología. A menudo, los estudiantes se sorprenden ante la amplitud de la antropología, que es una ciencia holística en grado único. Estudia la totalidad de la condición humana: pasado, presente y futuro; biología, sociedad, lenguaje y cultura. La gente comparte la sociedad —vida organizada en grupos— con otros animales. Sin embargo, la cultura es algo distintivamente humano. Las culturas son tradiciones y costumbres, transmitidas mediante el aprendizaje, que juegan un papel fundamental en el modelado de las creencias y el comportamiento de las personas expuestas a ellas. Los niños aprenden estas tradiciones creciendo dentro de una sociedad particular.

Las tradiciones culturales incluyen costumbres y opiniones, desarrolladas a lo largo de generaciones, sobre lo que es un comportamiento adecuado o inadecuado. Las tradiciones culturales responden a preguntas como: ¿Cómo debemos hacer las cosas? ¿Cómo interpretamos el mundo? ¿Cómo distinguimos el bien del mal? Una cultura genera una serie de constantes en el pensamiento y el comportamiento de una sociedad determinada. El rasgo fundamental de las tradiciones culturales es su transmisión mediante el aprendizaje en lugar de mediante la herencia biológica. La cultura no es en sí misma biológica, pero descansa en la biología homínida. (Los homínidos son los miembros de una familia biológica que incluye a los humanos fósiles y a los vivientes.) La adaptación humana (el proceso por el que los organismos hacen frente a las tensiones medioambientales) implica una interrelación entre la biología y la cultura; durante más de un millón de años los homínidos han poseído al menos algunas de las capacidades biológicas de las que depende la cultura. Estas capacidades son el aprendizaje, el pensamiento simbólico, el uso del lenguaje y el empleo de herramientas y de otros rasgos culturales para organizar sus vidas y adaptarse a sus entornos.

ANTROPOLOGÍA

En algunos países como Estados Unidos, a la antropología como disciplina académica se la conoce también como antropología general. Incluye cuatro subdisciplinas principales: antropología sociocultural, arqueológica, biológica y lingüística. (En adelante utilizaré el término abreviado de antropología cultural como sinónimo de «antropología sociocultural», que es el objeto de este libro.) En España, la antropología social o cultural se ha desarrollado vinculada a la Sociología y separada de la arqueología y de la biología. La antropología cultural estudia la sociedad y la cultura humanas, describiendo y explicando, analizando e interpretando las similitudes y diferencias culturales. Para estudiar e interpretar la diversidad cultural los antropólogos culturales realizan dos tipos de actividad: la etnografía (basada en el trabajo de campo) y la etnología (basada en la comparación transcultural). La etnografía proporciona una descripción de un grupo, una sociedad o cultura particulares. Durante el trabajo de campo el etnógrafo recoge datos que luego organiza, describe, analiza e interpreta para construir y presentar esa descripción que puede tomar la forma de un libro, un artículo o una película. La etnología analiza, interpreta y compara los resultados de la etnografía —los datos recogidos en diferentes sociedades—. Utiliza tales datos para comparar y contrastar y llegar a generalizaciones sobre la sociedad y la cultura.

Mirando más allá de lo particular hacia lo más general, los etnólogos intentan identificar y explicar las diferencias y similitudes culturales, probar hipótesis, y construir una teoría que amplíe nuestra comprensión sobre cómo funcionan los sistemas sociales y culturales. La etnología toma datos para la comparación no únicamente de la etnografía, sino también de las otras subdisciplinas. Por ejemplo, la antropología arqueológica (más sencillamente «arqueología») reconstruye, describe e interpreta el comportamiento humano y los patrones culturales a través de los restos materiales. A los arqueólogos se les conoce más por estudiar la prehistoria, es decir, el periodo anterior a la invención de la escritura, pero también estudian las culturas históricas, e incluso las vivas a través de sus restos materiales.

El objeto de estudio de la antropología biológica o física es la diversidad biológica humana en el tiempo y el espacio. Los antropólogos biológicos estudian la evolución de los homínidos, la genética humana, la plasticidad biológica humana (la capacidad del cuerpo de hacer frente a tensiones como el calor, el frío y la altitud). También la primatología forma parte de la antropología biológica —consiste en el estudio de la biología, la evolución, el comportamiento y la vida social de los monos, los simios y otros primates no humanos—. Los antropólogos biológicos colaboran con los arqueólogos en la reconstrucción de aspectos tanto culturales como biológicos de la evolución humana. Con frecuencia, junto a los fósiles aparecen herramientas que sugieren hábitos, costumbres y estilos de vida de los homínidos que las utilizaron. La biología humana y la evolución cultural han estado interrelacionadas y son complementarias, y los humanos continúan adaptándose tanto biológica como culturalmente. No sabemos (y probablemente nunca lo sabremos) cuándo comenzaron a hablar nuestros antepasados. Sabemos, sin embargo, que las lenguas gramaticalmente complejas y bien desarrolladas han existido desde hace miles de años. Al igual que otras subdisciplinas, la antropología lingüística analiza la variación en el espacio y a través del tiempo. Los antropólogos lingüísticos estudian las lenguas del presente y hacen inferencias sobre características de las lenguas en el pasado. Las técnicas de la lingüística también les resultan de utilidad a los etnógrafos porque les permiten el aprendizaje rápido de lenguas sin escritura. Los antropólogos lingüísticos y los culturales colaboran en el estudio de los vínculos entre el lenguaje y muchos otros aspectos de la cultura.

La mayoría de los antropólogos norteamericanos, incluido el autor, se especializan en antropología cultural. No obstante, la mayoría también están familiarizados con los rudimentos de otras subdisciplinas. Los grandes departamentos de antropología suelen contar con miembros de todas y cada una de estas subdisciplinas. Existen razones históricas para la inclusión de cuatro subdisciplinas en un único campo. La antropología norteamericana nació hace un siglo del interés por la historia y las culturas de las poblaciones nativas de Norteamérica (los «indios norteamericanos»). La preocupación por los orígenes y la diversidad de los nativos norteamericanos agrupó los estudios sobre costumbres, vida social, lenguaje y rasgos físicos. En Europa no se desarrolló una antropología así de unificada, y las aquí llamadas subdisciplinas suelen existir de forma independiente. Éstas se influyen unas a otras en tanto que los antropólogos hablan, leen libros y revistas especializados y se asocian en organizaciones profesionales. La antropología general explora los fundamentos de la biología, la psicología, la sociedad y la cultura humanas y tiene en cuenta sus interrelaciones. Los antropólogos comparten ciertas asunciones clave. Una es que no pueden extraerse conclusiones profundas sobre la «naturaleza humana» a partir de una única tradición cultural.

Con frecuencia escuchamos preguntas sobre «naturaleza-cultura/aprendizaje» y «genéticaentorno ». Por ejemplo, tomemos las diferencias de género. ¿Las capacidades, actitudes y comportamientos masculino y femenino reflejan variaciones biológicas o culturales? ¿Existen contrastes universales de tipo emocional e intelectual entre los sexos? ¿Son las hembras menos agresivas que los machos? ¿Es el dominio masculino un universal humano? A través del examen de las diversas culturas, la antropología nos muestra que muchos contrastes entre los hombres y las mujeres se deben a la preparación cultural más que a la biología. La antropología no es una ciencia de lo exótico practicada por académicos encerrados en torres de marfil, sino una disciplina con mucho que contarle a la gente. Una de sus contribuciones es su papel de liberación y ampliación de fronteras en la educación superior. La organización profesional más importante de la antropología, la American Anthropological Association (Asociación [Norteamericana de Antropología, a veces denominada también la Triple A) ha recibido el reconocimiento de su papel como servicio público a través del planteamiento de que la antropología tiene dos dimensiones: (1) la antropología teórica/académica, y (2) la práctica o antropología aplicada. Esta última se refiere a la aplicación de los datos, las perspectivas, la teoría y los métodos antropológicos para identificar, evaluar y resolver problemas sociales contemporáneos. Cada vez son más los antropólogos de las cuatro subdisciplinas principales los que trabajan en estas áreas «aplicadas», como son la salud pública, la planificación familiar y el desarrollo económico.

MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN

La antropología cultural y la sociología comparten su interés por las relaciones, la organización y el comportamiento sociales. Sin embargo, a partir de los tipos de sociedades que cada una de ellas tradicionalmente ha estudiado es donde surgen importantes diferencias entre estas disciplinas. Inicialmente los sociólogos se centraron en el estudio de las sociedades occidentales industrializadas, mientras que los antropólogos lo hacían en las sociedades no industriales. Para enfrentarse a estos dos tipos de sociedades se desarrollaron diferentes métodos de recogida y análisis de datos. Para los estudios a gran escala y de sociedades complejas, los sociólogos se apoyaron en el uso de cuestionarios y otros medios de recogida masiva de datos cuantificables. Durante muchos años, las técnicas estadísticas y de muestreo han sido fundamentales en sociología, mientras que los antropólogos se han preocupado menos por una formación estadística (aunque esto está cambiando a medida que los antropólogos trabajan cada vez más en sociedades modernas). Los etnógrafos tradicionales estudiaban poblaciones pequeñas, ágrafas (sin escritura) y hacían uso de métodos apropiados a tal contexto. «La etnografía es un proceso de investigación en el que el antropólogo realiza un estrecho seguimiento observando, registrando y participando de la vida cotidiana de otra cultura —una experiencia etiquetada como el método de trabajo de campo— y luego escribe informes sobre esa cultura, poniendo énfasis en la descripción detallada» (Mar-cus & Fischer, 1986, pág. 18). Un método clave descrito en esta cita es la observación participante —tomar parte en los hechos que uno observa, describe y analiza.

La antropología comenzó a separarse de la sociología al inicio del siglo xx. Los primeros estudiosos de la sociedad, como el académico francés Emile Durkheim, están entre los fundadores tanto de la antropología como de la sociología. Comparando la organización de las sociedades simples y las complejas, Durkheim estudió las religiones de los aborígenes australianos (Durkheim, 1912/1961), así como fenómenos de masas (como las tasas de suicidio) en las naciones modernas (Durkheim, 1897/1951). Con el tiempo, la antropología se especializaría en las primeras y la sociología en las últimas.

ETNOGRAFÍA: UNA ESTRATEGIA DISTINTIVA DE LA ANTROPOLOGÍA

La antropología pasó a convertirse en un campo separado en la medida en que sus primeros profesionales trabajaban en las reservas indias norteamericanas o viajaban a tierras lejanas para estudiar pequeños grupos de forrajeros o de agricultores. Este tipo de estudio personal y de primera mano de los asentamientos locales se denomina etnografía. Tradicionalmente, el proceso de convertirse en antropólogo cultural ha requerido una experiencia de trabajo de campo en otra sociedad. Los primeros etnógrafos vivieron en sociedades de pequeña escala y relativamente aisladas, con tecnologías y economías denominadas simples. Así, la etnografía se fue configurando como una estrategia de investigación en sociedades con una mayor uniformidad cultural y una menor diferenciación social de la que normalmente encontramos en los grandes y modernos países industriales. En estos asentamientos no industriales los etnógrafos tenían que enfrentarse a un menor número de formas de enculturación para comprender la vida social. Los etnógrafos han intentado tradicionalmente la comprensión global de cualquier cultura ajena (o, siendo más realistas, lo más globalmente posible, dadas las limitaciones de tiempo y de percepción).

Para alcanzar esta meta holista, los etnógrafos adoptan una estrategia de libre acción para la recolección de sus datos. Dentro de una determinada sociedad o comunidad se desplazan de un lugar a otro y de un sujeto a otro para descubrir la totalidad y la interconexión de la vida social. La etnografía, al ampliar nuestro conocimiento del alcance de la diversidad humana, proporciona una base para las generalizaciones sobre el comportamiento humano y sobre la vida social. Los etnógrafos se sirven de técnicas variadas para componer un cuadro de lo que, de otro modo, serían estilos de vida ajenos. Los antropólogos suelen emplear varias (raramente todas ellas) de las técnicas que se explican a continuación.

TÉCNICAS ETNOGRÁFICAS

Las técnicas de campo características del etnógrafo son las siguientes:

1. Observación directa, de primera mano, del comportamiento cotidiano, incluyendo la observación participante.
2. Conversaciones, unas veces más y otras veces menos formales, y que van desde la charla en los encuentros cotidianos que contribuye a mantener la relación y ponerse al día de lo que pasa hasta las entrevistas prolongadas, que pueden ser estructurados o sin estructurar.
3. El método genealógico.
4. Trabajo detallado con informantes privilegiados sobre aspectos determinados de la vida comunitaria.
5. Entrevistas en profundidad, conducentes con frecuencia a la recolección de historias de vida de determinadas personas (narradores).
6. Descubrimiento de las creencias y percepciones locales (nativas), que puedan ser comparadas con las propias observaciones y conclusiones del etnógrafo.
7. Investigación centrada sobre temas o problemas concretos de muy diversos tipos.
8. Investigación longitudinal; el estudio continuado y a largo plazo de un área o un lugar.
9. Investigación en equipo; con varios etnógrafos trabajando de manera coordinada.

Observación y observación participante

Los etnógrafos tienen que prestar atención a cientos de detalles de la vida cotidiana, a eventos estacionales y a sucesos inusuales. Tienen que observar el comportamiento individual y colectivo en situaciones diversas y registrar lo que ven tal como lo ven. Las cosas nunca vuelven a resultar tan extrañas como durante los primeros días y semanas del trabajo de campo. Con el tiempo, el etnógrafo acaba por acostumbrarse y acepta como normales patrones culturales que inicialmente le eran ajenos. Permanecer algo más de un año sobre el terreno le permite al antropólogo repetir la estación en la que llegó, un momento en el que se le podrían haber pasado por alto ciertos procesos y eventos debido a su escasa familiarización con el entorno y al choque cultural.

Muchos etnógrafos anotan sus impresiones en un diario personal, que mantienen por separado de las notas de campo, más formales. Más tarde, este registro de primeras impresiones ayudará a señalar algunos de los aspectos más fundamentales de la diversidad cultural. Éstos incluyen olores peculiares, ruidos que hace la gente, cómo se cubren la boca cuando comen y cómo miran a otros. Estos patrones, que son tan básicos como para parecer casi triviales, forman parte de lo que Bronislaw Malinowski llamó «los imponderables de la vida nativa y del comportamiento típico» (Malinowski, 1922/1961, pág. 20). Estas características de la cultura son tan fundamentales que los nativos las dan por sabidas. Son demasiado básicas incluso para hablar de ellas, pero el ojo no acostumbrado del antropólogo novato las percibe. A partir de entonces se sumergen en la familiaridad y se desvanecen hacia la periferia de la consciencia. Este es el motivo por el que las impresiones iniciales son valiosas y deben ser registradas. En primer lugar y sobre todo, los etnógrafos deben ser precisos observando, recogiendo e informando de lo que ven en el campo. Los etnógrafos no estudian animales enjaulas de laboratorio. Los experimentos que los psicólogos realizan con palomas, pollos, conejillos de indias y ratas son muy diferentes del proceder etnográfico. Los antropólogos no controlan sistemáticamente las recompensas y castigos de los sujetos, ni su exposición a ciertos estímulos. Nuestros sujetos no son animales sin habla sino seres humanos. No forma parte del proceder etnográfico el manipularlos, controlar sus entornos o inducir experimentalmente ciertos comportamientos.

Los etnógrafos se esfuerzan por establecer una buena y amistosa relación de trabajo con sus anfitriones basada en el contacto personal y la confianza mutua. Uno de los procedimientos característicos de la etnografía es la observación participante, lo que significa que tomamos parte en la vida de la comunidad al tiempo que la estudiamos. En tanto que seres humanos viviendo entre otros, no podemos ser observadores totalmente imparciales y distanciados. Además, también tenemos que tomar parte en muchos de los hechos y procesos que estamos observando y tratando de comprender. Mediante la participación podemos aprender por qué los nativos consideran significativos tales eventos, al ver cómo se organizan y llevan a cabo. En Arembepe, en Brasil, aprendí sobre la pesca y la navegación por el Atlántico en sencillos botes de vela con los pescadores brasileños. Hice viajes en un vehículo todo terreno a la capital llevando niños desnutridos, madres embarazadas y, en una ocasión, a una joven adolescente poseída por un espíritu. Todas estas personas necesitaban consultar especialistas fuera del pueblo. Bailé en las ocasiones festivas de Arembepe, bebí libaciones de horrible sabor que conmemoraban nuevos nacimientos y me convertí en padrino de una niña del pueblo. La mayoría de los antropólogos tienen experiencias de campo similares. La común humanidad del estudioso y de los estudiados, el etnógrafo y la comunidad investigada, hace inevitable la observación participante.

Conversación, entrevistas y cuestionarios

Participar en la vida local significa que los etnógrafos hablan constantemente con la gente y les preguntan sobre lo que observan. A medida que aumenta su conocimiento de la lengua nativa, van entendiendo más y mejor. Se dan varias etapas en el aprendizaje de la misma. Primero la fase de nombrar; preguntando nombre tras nombre de los objetos que nos rodean. Luego somos capaces de hacer preguntas más complejas y de entender las respuestas. Comenzamos a entender conversaciones sencillas entre la gente, y si nuestro dominio de la lengua llega lo suficientemente lejos, con el tiempo llegamos a ser capaces de comprender las veloces discusiones públicas y las conversaciones en grupo.

Una técnica de recogida de datos que he utilizado tanto en Arembepe como en Madagascar consiste en una encuesta que incluye una entrevista dirigida. En 1964, mis compañeros de trabajo de campo y yo intentamos completar una entrevista con cuestionario en todos y cada uno de los 160 hogares de Arembepe. Entramos en casi todas las casas (menos del 5% rehusó participar) para hacer una serie de preguntas de un formulario escrito. Como resultado de ello obtuvimos un censo y una información básica sobre el pueblo. Anotamos el nombre, edad y sexo de cada miembro del grupo de residencia. Recogimos datos sobre el tipo de familia, el partido político, la religión, trabajo actual y anterior, ingresos, gastos, dieta, posesiones y muchos otros elementos en nuestro formulario de ocho páginas. Aunque estábamos haciendo una encuesta, nuestro enfoque difería del diseño rutinario de encuesta utilizado por los sociólogos y otros científicos sociales que trabajan en los grandes y populosos países industriales. Esa encuesta, de la que luego trataremos, implica un muestreo (la elección de un grupo de estudio pequeño y manejable de entre una población más amplia) y una recogida impersonal de datos. Por el contrario, nosotros intentamos hacer la entrevista en todos los hogares de la comunidad que estábamos estudiando (es decir, tener una muestra total). Utilizamos una guía más que un cuestionario. Con el cuestionario, el etnógrafo habla cara a cara con sus informantes, hace preguntas y anota las respuestas. Los procedimientos del cuestionario tienden a ser más indirectos e impersonales; con frecuencia es el propio encuestado el que rellena el formulario. Nuestra meta de obtener una muestra total nos permitió contactar con casi todas las personas del pueblo y nos ayudó a establecer una relación. Décadas después, los arembepeiros todavía hablan con cariño sobre cómo nos interesamos lo suficiente por ellos como para visitar sus hogares y hacerles preguntas. Esto nos situaba en una posición marcadamente opuesta a la de otros foráneos que los arembepeiros habían conocido y que los habían considerado demasiado pobres y atrasados como para tomarles en serio.

Sin embargo, como en otras encuestas, nuestras entrevistas con cuestionario recogieron una información cuantificable comparable. Esto nos proporcionó una base para evaluar patrones y excepciones de la vida del pueblo. Nuestros cuestionarios incluían un núcleo de preguntas que se hacían a todos por igual. No obstante, durante las entrevistas surgieron con frecuencia algunas cuestiones laterales interesantes a las que dedicamos atención en aquel mismo momento o más adelante. Luego, seguiríamos estos cabos sueltos en muchos sentidos de la vida comunitaria. Por ejemplo, una mujer, una comadrona, se convirtió en la «informante privilegiada» a la que más tarde consultábamos cuando queríamos obtener información detallada sobre nacimientos locales. Otra mujer había hecho un noviciado en una casa de culto afrobrasileño (candomblé) en la ciudad. Todavía iba allí con regularidad para estudiar, bailar y ser poseída. Fue nuestra experta en candomblé. De este modo, nuestra entrevista con cuestionario nos proporcionó una estructura marco que nos orientaba pero no nos confinaba en nuestra investigación. Ello permitió el que nuestra etnografía fuese tanto cuantitativa como cualitativa. La parte cuantitativa era la información básica obtenida y que luego analizamos estadísticamente. La dimensión cualitativa vino de nuestras preguntas en profundidad, discusiones abiertas, pausas para el cotilleo y trabajo con informantes privilegiados.

El método genealógico

En tanto que gente común, muchos de nosotros conocemos a nuestros antepasados y parientes trazando nuestras genealogías. Algunos programas informáticos nos permiten trazar nuestro «árbol genealógico» y grados de parentesco. El método genealógico es una técnica etnográfica bien establecida. Los primeros etnógrafos desarrollaron la anotación genealógica para tratar los principios de parentesco, filiación y matrimonio. La genealogía es una pieza básica en la organización social de las sociedades no industriales, donde la gente vive y trabaja todos los días con sus parientes próximos. Los antropólogos tienen que recoger datos genealógicos para reconstruir la historia y entender las relaciones actuales. En muchas de las sociedades no industriales los vínculos de parentesco son la clave de la vida social. Los antropólogos clasifican estas sociedades como «basadas en el parentesco». Todos están emparentados y pasan la mayor parte de su tiempo entre sí, y las normas de comportamiento propias de cada relación de parentesco en particular son fundamentales en la vida cotidiana. El matrimonio es también crucial en la organización de las sociedades no industriales, porque los casamientos estratégicos entre pueblos, tribus y clanes generan alianzas políticas.

Informantes privilegiados

En todas las comunidades hay personas que por accidente, experiencia, talento o preparación pueden proporcionar la información más completa o útil sobre aspectos particulares de la vida; se trata de los informantes privilegiados. En Ivato, el poblado betsileo en el que pasé la mayor parte de mi tiempo, un hombre llamado Rakoto resultó un informante particularmente bueno sobre la historia local. Sin embargo, cuando le pedí que trabajara conmigo en la elaboración de una genealogía de las cincuenta o sesenta personas enterradas en el sepulcro del poblado, llamó a su primo Tuesdayfather, quien sabía más sobre este tema. Éste había sobrevivido a una epidemia de gripe española que asoló Madagascar, junto a casi el resto del mundo, allá por 1919. Inmune a la enfermedad, a Tuesdayfather le correspondió la macabra tarea de enterrar a sus parientes a medida que morían. De este modo, guardó el recuerdo de todos los enterrados en el sepulcro local. Él me ayudó con la genealogía, mientras que Rakoto añadía detalles personales sobre los vecinos fallecidos.

Historias de vida

Tanto en las sociedades no industriales como en la nuestra, las personalidades individuales, los intereses y las habilidades de sus miembros son muy variados. Algunas personas muestran más interés por el trabajo del etnógrafo y resultan de más ayuda, más interesantes y de trato más agradable que otras. Los antropólogos, al igual que cuando están en su propio entorno, también tienen sus preferencias, gustos y rechazos en el campo. Con frecuencia, cuando se encuentra a alguien que nos parece inusualmente interesante, se recoge su historia de vida. Esta recogida de las experiencias de toda una vida proporciona un retrato cultural más íntimo y personal de lo que sería posible obtener por otros medios. Las historias de vida nos revelan cómo perciben, reaccionan y contribuyen a cambios que afectan a sus vidas determinadas personas concretas. Estos informes pueden ilustrar la diversidad existente dentro de una comunidad, puesto que el enfoque consiste en cómo diferentes personas interpretan y se enfrentan a algunos problemas comunes.

Las creencias y percepciones locales y las del etnógrafo

Una de las metas de la etnografía es descubrir los puntos de vista, creencias y percepciones locales, que podrían compararse luego con las propias observaciones y conclusiones del etnógrafo. En su trabajo de campo, los antropólogos han combinado normalmente dos estrategias de investigación, emic (perspectiva local) y etic (perspectiva del científico). Estos términos derivan de la lingüística y han sido aplicados a la etnografía por diversos antropólogos. Marvin Harris (1968) popularizó los siguientes significados de los términos. Un enfoque emic investiga cómo piensa la gente local. ¿Cómo perciben y categorizan el mundo? ¿Cuáles son sus normas de comportamiento? ¿Qué tiene sentido para ellos? ¿Cómo se imaginan y explican las cosas? Con la perspectiva emic el antropólogo busca el «punto de vista local» y se apoya en la gente local para explicar cosas y para decir si algo es significativo o no. El término informante se refiere a individuos a los que el etnógrafo llega a conocer en el trabajo de campo, la gente que le enseña cosas sobre su cultura, que le proporciona la perspectiva emic.

El enfoque etic (perspectiva del científico) cambia el foco de la investigación de las categorías, expresiones e interpretaciones locales a las del antropólogo. Reconoce que los actores suelen estar demasiado implicados en lo que hacen como para interpretar sus culturas de modo imparcial. El etnógrafo etic le otorga más peso a lo que él o ella (el observador) percibe y considera importante. En tanto que científico, el antropólogo debe intentar aportar un punto de vista objetivo y global al estudio de otras culturas. Por supuesto, el antropólogo, como cualquier otro científico, es también un ser humano con sus filtros culturales que impiden la objetividad completa. Como en otras ciencias, una preparación adecuada puede reducir, aunque no eliminar totalmente, el sesgo del observador. No obstante, los antropólogos son instruidos para comparar el comportamiento entre sociedades diferentes.

¿Cuáles serían algunos ejemplos de perspectivas emic frente a etic? Tomemos, por ejemplo, las fiestas de los norteamericanos. El Día de Acción de Gracias tiene para ellos una significación especial. Desde su punto de vista (emic), se trata de una celebración cultural única que conmemora aspectos históricos particulares. Pero desde una perspectiva más amplia, etic, esta fiesta se ve como un ejemplo más de las celebraciones que se realizan en muchas culturas después de la recolección de las cosechas. Otro ejemplo: muchas personas pueden creer que los escalofríos y las corrientes de aire son la causa de los resfriados, mientras que los científicos saben que los provocan gérmenes. En aquellas culturas que carecen de la teoría de la enfermedad por gérmenes, las dolencias se explican de forma emic mediante varias causas que van desde los antepasados, pasando por los espíritus y hasta por brujería. La dolencia se refiere a la percepción y explicación propia de una cultura (emic) de la mala salud, mientras que enfermedad se refiere a la explicación científica (etic) que implica agentes patógenos conocidos.

En la práctica, la mayoría de los etnógrafos combinan las estrategias emic y etic en su trabajo de campo. Las afirmaciones, percepciones y opiniones locales ayudan a los etnógrafos a entender cómo funcionan las culturas. Las creencias locales son también interesantes y valiosas por sí mismas y ensanchan la visión que el antropólogo tiene del mundo. Sin embargo, con frecuencia la gente local no admite, o incluso no reconoce, ciertas causas y consecuencias de su comportamiento. Esto es tan verdad acerca de los europeos, los latinoamericanos o los norteamericanos como de otras gentes de cualquier otra sociedad. Para describir e interpretar la cultura, los etnógrafos deben reconocer los sesgos a que les somete su propia cultura tanto como los de aquellos a quienes estudian. Son cada vez más quienes así lo hacen, como muestra el recuadro de este capítulo.

Etnografía centrada en el estudio de problemas concretos

Aunque los antropólogos están interesados en el contexto global del comportamiento humano, resulta imposible estudiarlo todo, y la investigación de campo suele dirigirse hacia cuestiones específicas. La mayoría de los etnógrafos llegan al campo para investigar un problema concreto y recogen datos sobre variables consideradas relevantes para su comprensión (véanse Chiseri-Strater and Sunstein, 2001, Kutsche, 1998). Y las respuestas de los informantes no son la única fuente de datos. También se recoge información acerca de factores como la densidad de población, la calidad medioambiental, el clima, la geografía física, la dieta y el uso de la tierra. A veces esto implica el tener que realizar los recuentos o las mediciones uno mismo; de la cantidad de lluvia, la temperatura, los campos de cultivo, sus rendimientos, cantidades en las dietas o distribución del tiempo (Bailey, 1990; Jonhson, 1978). También suele suponer la consulta de los archivos o datos gubernamentales.

La información que interesa a los etnógrafos no se limita a lo que los informantes digan o puedan decirnos. Por más que esto sea significativo, no podemos depender ni de la observación participante ni de las entrevistas en profundidad. En un mundo cada vez más interconectado, los informantes locales carecen de conocimientos sobre muchos factores (regionales, nacionales e internacionales) que afectan a sus vidas. Pueden estar tan engañados como nosotros mismos por el ejercicio del poder desde los centros regionales, nacionales e internacionales.

Investigación longitudinal

En la actualidad la geografía limita menos a los antropólogos de lo que lo hacía en el pasado, cuando podía costar meses el llegar al lugar del trabajo de campo y las visitas posteriores eran raras. Los nuevos sistemas de transporte permiten a los antropólogos ampliar el área de su investigación y regresar en repetidas ocasiones. Ahora, los informes etnográficos incluyen de modo rutinario datos de dos o más estancias en el campo. La investigación longitudinal consiste en el estudio a largo plazo de una comunidad, región, sociedad, cultura o cualquier otra unidad, basado generalmente en repetidas visitas.

Un ejemplo de tal investigación es el estudio longitudinal de la interacción de las fuerzas sociales y económicas en el distrito de Gwembe, en Zambia. Este estudio, planificado en 1956 por Elizabeth Colson y Thayer Scudder como un proyecto longitudinal, continúa con Colson, Scudder y sus asociados de diversas nacionalidades. Aquí, como suele ser el caso de la investigación longitudinal, el estudio de Gwembe también es ilustrativo de la investigación en equipo; con varios etnógrafos trabajando de forma coordinada. El proyecto de investigación de Gwembe es tanto longitudinal (multitemporal) como multilocal (teniendo en consideración varias localidades), ya que ninguna localidad o poblado podía representar adecuadamente la diversidad de Gwembe (Colson y Scudder, 1975; Scudder y Colson, 1980). Durante cinco décadas se ha seguido de cerca el desarrollo de cuatro poblaciones emplazadas en áreas diferentes. Unos censos periódicos de las mismas proporcionan datos básicos sobre la población, la economía y otras variables elegidas para seguir los cambios en el parentesco y en el comportamiento religioso. Se ha seguido y entrevistado (cuando ha sido posible) a la gente censada que ha emigrado para ver cómo les ha ido comparativamente con aquellos que se han quedado.

Mientras se continúa la recogida de datos básicos sobre comunidades e individuos, han surgido de forma sucesiva diferentes cuestiones. Al principio el estudio se centraba en el impacto de una gran presa hidroeléctrica que inundaba gran parte de la llanura del río Zambeze y obligaba a las gentes de Gwembe a un realojamiento forzoso. La presa también impulsó la construcción de carreteras y otras actividades que hicieron que la gente de Gwembe estuviera en contacto más estrecho con el resto de Zambia. En proyectos ulteriores, Scudder y Colson (1980) diseñaron una investigación para analizar el papel de la educación en la provisión de acceso a nuevas oportunidades y en el incremento de la diferenciación social dentro del distrito y en el país. Al mismo tiempo, resultaba evidente que el consumo de alcohol era un problema creciente. Un tercer gran estudio analizó el papel de los cambios en mercados, transportes y la exposición a los valores urbanos en la transformación de la producción doméstica de bebidas y un cambio radical en los patrones del beber(Colson y Scudder, 1988).

Investigación en equipo

Como ya se ha mencionado, la investigación longitudinal suele realizarse en equipo. Por ejemplo, mi propio lugar de trabajo de campo, Arembepe, en Brasil, entró por primera vez en el mundo de la antropología en la década de 1960 como un pueblo para el trabajo de campo en equipo. Fue una de las localidades elegidas para el ya extinto programa veraniego de trabajos de campo antropológicos de las universidades de Columbia-Cornell-Harvard-Illinois. Durante al menos tres años, ese programa envió un total de unos 20 estudiantes al año, incluido el autor, a realizar breves investigaciones veraniegas. Estábamos emplazados en comunidades rurales de cuatro países: Brasil, Ecuador, Méjico y Perú. Puesto que mi esposa, Isabel Wagley Kottak y yo comenzamos a estudiar allí en 1962, Arembepe se ha convertido en una localización de estudio de campo longitudinal. Tres generaciones de investigadores han controlado diversos aspectos del cambio y el desarrollo. La comunidad ha pasado de ser un pueblo a una ciudad. Su economía, religión y vida social se han transformado.

Investigadores brasileños y norteamericanos trabajaron con nosotros en proyectos de investigación en equipo durante la década de 1980 (sobre el impacto de la televisión) y en la de 1990 (sobre la conciencia ecológica y la percepción del riesgo medioambiental). Los estudiantes graduados de la Universidad de Michigan han recurrido a nuestra información de partida de la década de 1960 cuando han estudiado diversos temas de Arembepe. En 1990, Doug Jones, un estudiante de Michigan que hacía investigación biocultural, utilizó Arembepe como lugar en el que analizar los estándares de atractivo físico. En 1996-1997, Janet Dunn estudió la planificación familiar y el cambio de estrategias reproductoras entre las mujeres.
Chris O'Leary, que visitó por primera vez Arembepe en el verano de 1997, ha investigado un impactante aspecto del cambio religioso en Arembepe; la llegada del protestantismo; luego, en su tesis (O'Leary, 2002) analizó los cambios en los hábitos alimentarios y de nutrición. De este modo, Arembepe se ha convertido en un lugar en el que han hecho su trabajo de campo muchos investigadores que han formado parte de un equipo de investigación longitudinal. Los últimos en llegar se han apoyado en los contactos y hallazgos previos para aumentar el conocimiento disponible sobre cómo la gente local se enfrenta y supera las nuevas circunstancias.

CÓDIGOS ÉTICOS

Al escribir solicitudes de becas, realizar investigación, y en otros contextos profesionales, suelen surgir de manera inevitable cuestiones éticas. En Estados Unidos, antes de aceptar una propuesta de investigación, todas las agencias federales exigen una evaluación ética del proyecto. En las universidades suele haber comisiones cuyo trabajo consiste en hacer tales evaluaciones antes de que se envíe cualquier solicitud. Su finalidad es asegurarse de que la investigación no causará daños a las personas que van a ser estudiadas.

En su Código Ético más reciente, que data de 1997, la denominada Triple A (American Anthropological Association) o Asociación Norteamericana de Antropología señala que los antropólogos tienen obligaciones para con su academia, para con la sociedad y la cultura más amplias y para con la especie humana, las restantes especies y con el medio ambiente. La finalidad de este código es ofrecer referentes y fomentar la discusión y la educación. En realidad la Triple A no juzga reclamaciones sobre comportamiento poco ético. El código hace referencia a diversos contextos en los que trabajan los antropólogos. Sus puntos principales sobre las dimensiones éticas de la investigación se resumen a continuación. Al proponer y realizar una investigación, según el código, los profesionales de la antropología deben ser transparentes acerca de sus propósitos, impactos potenciales y fuentes de apoyo.



A) Responsabilidad para con las personas y los animales

1. La obligación ética principal del profesional de la antropología es para con las personas, las especies o los materiales que estudia. El potencial incumplimiento de esta obligación puede conducir a decisiones de no llevar a cabo, o dejar de realizar, una investigación. Esta obligación ética fundamental entraña:

ü Evitar daños o males.
ü Respetar el bienestar de los humanos y de los primates no humanos
ü Trabajar por la preservación de los restos arqueológicos, fósiles y registros históricos.
ü Trabajar para alcanzar una relación de trabajo que beneficie a todas las partes.

2. Quienes realizan investigación tienen que ser respetuosos con la seguridad, la dignidad y la privacidad de la gente que estudian. También han de evitar dañar la seguridad, el bienestar psicológico y la supervivencia de los animales y de las especies que estudian.

3. Deben enterarse con antelación si sus anfitriones desean permanecer en el anonimato o ser reconocidos y han de realizar todos los esfuerzos posibles para cumplir con estos deseos.

4. Deben obtener el consentimiento informado de las personas a las que estudian y de aquellas cuyos intereses pudieran verse afectados por la investigación. Consentimiento informado significa que el antropólogo debe comunicar a la gente sus metas y procedimientos de investigación y obtener su consentimiento como participantes.

5. Los profesionales de la antropología que desarrollan una estrecha relación con personas (por ejemplo, sus informantes) tienen que cumplir con sus obligaciones de transparencia y de consentimiento informado. También tienen que negociar cuidadosa y respetuosamente los límites de la relación que establezcan.

6. Pueden obtener beneficios personales de su trabajo, pero nunca deben explotar a otras personas, grupos, animales o materiales culturales o biológicos. Deben reconocer su deuda para con las sociedades en las que trabajan y están obligados a una reciprocidad adecuada con la gente con la que trabajan.

B) Responsabilidad para con la academia y la ciencia

1. Los profesionales de la antropología deben estar preparados para encontrarse con dilemas éticos durante su trabajo.

2. Son responsables de la integridad y reputación de su disciplina, de su mundo académico y de su ciencia. Nunca deben engañar ni malinterpretar a sabiendas. Nunca deben fabricar evidencias, falsificar o plagiar. Tampoco deben evitar o impedir informar de malas prácticas profesionales, ni obstruir la investigación de otros.
3. Deben hacer todo lo posible para preservar las posibilidades de hacer trabajo de campo en un mismo lugar por futuros investigadores.
4. En la medida de lo posible, deben difundir sus hallazgos a la comunidad científica y académica.
5. Deben tener en cuenta las peticiones razonables para acceder a sus datos con fines de investigación y deben intentar preservar sus datos para su uso en la posteridad.

C) Responsabilidad para con el público

1. Quienes investigan deben poner sus resultados a disposición de los patrocinadores, estudiantes, personas que deben tomar decisiones acerca del entorno en que se ha realizado el trabajo de campo, y otras personas. Deben tener en cuenta las implicaciones sociales y políticas de su trabajo e intentar asegurarse de que su trabajo es entendido, contextualizado adecuadamente y utilizado de manera responsable. Deben ser francos sobre sus titulaciones y sesgos políticos o filosóficos.

2. Los profesionales de la antropología pueden ir más allá de difundir sus resultados y adoptar una posición de defensa de los intereses de sus informantes. Esta es una decisión individual más que una responsabilidad ética. (El Código Ético completo de la AAA, que aquí aparece resumido y parafraseado, puede encontrarse completo en inglés en la página web de esta organización: http://www. ameranthassn. org.)

INVESTIGACIÓN CON ENCUESTAS Y SOCIEDADES COMPLEJAS

A medida que los antropólogos han ido trabajando cada vez más en sociedades de gran escala, han desarrollado formas innovadoras de aunar la etnografía y la encuesta (Fricke, 1994). Antes de tratar sobre tales combinaciones de métodos de campo, tengo que describir la encuesta y las principales diferencias entre ésta y la etnografía tal como se ha practicado tradicionalmente. Habiendo trabajado principalmente en países populosos y grandes, los sociólogos, psicólogos sociales, politólogos y economistas han refinado el diseño de la encuesta, lo que incluye el muestreo, la recogida impersonal de datos y el análisis estadístico. La encuesta suele tomar una muestra (un grupo de estudio manejable) de entre una población mucho más amplia. Mediante el estudio de una muestra representativa y adecuadamente seleccionada, los científicos sociales pueden hacer inferencias precisas sobre la población más amplia.

En las sociedades de más pequeña escala, los etnógrafos llegan a conocer a la mayoría de las personas, pero dado el mayor tamaño y complejidad de un país no puede evitarse el que la encuesta sea más impersonal. Los investigadores que utilizan la encuesta llaman encuestados a las personas que estudian. Los encuestados son las personas que contestan a las preguntas de una encuesta y a las que sólo a veces entrevistan personalmente los propios investigadores. En ocasiones, tras una reunión inicial, se les pide a los encuestados que rellenen un cuestionario. En otros casos, los investigadores envían por correo cuestionarios impresos a los miembros de una muestra elegida al azar o cuentan con estudiantes graduados para entrevistarles o telefonearles. En una muestra aleatoria o al azar, todos los miembros de la población tienen la misma probabilidad estadística de ser elegidos por inclusión. Una muestra al azar se elige mediante procedimientos aleatorios, como tablas de números aleatorios que pueden encontrarse en muchos textos de estadística.

Cualquier persona criada en la Unión Europea o en Estados Unidos o Canadá ha oído alguna vez hablar del muestreo. Probablemente, el ejemplo más familiar es el utilizado para predecir los resultados de las campañas políticas. Los medios de comunicación de masas contratan agencias para que hagan estimaciones de resultados y éstas realizan sondeos a la salida de las mesas electorales para saber qué tipo de personas votaron a qué candidatos. Durante el muestreo, los investigadores recogen información sobre la edad, sexo, religión, ocupación, ingresos y preferencias políticas.

Es sabido que estas características (variables; atributos que varían entre los miembros de una muestra o población) influyen en las decisiones políticas. Son muchas más las variables que afectan a la identidad, las experiencias y las actividades sociales en un país moderno que en el caso de las pequeñas comunidades y los entornos locales en los que se desarrolló la etnografía. En los Estados Unidos de hoy y en la Europa contemporánea se contarían por cientos los factores que influyen en el comportamiento y las actitudes sociales. Estas variables independientes incluyen nuestra religión, la región del país donde crecimos; si procedemos de un pueblo, de un suburbio o del centro de una ciudad, y las profesiones de nuestros padres, orígenes étnicos y nivel de ingresos.

La etnografía puede usarse para complementar y afinar la investigación con encuesta. Los antropólogos pueden aplicar prácticamente a cualquier entorno humano las técnicas personales y de primera mano propias de la etnografía. La combinación de la encuesta y la etnografía puede proporcionar nuevas perspectivas sobre la vida en las sociedades complejas (sociedades amplias y populosas con estratificación social y gobierno centralizado). Una etnografía preliminar también puede contribuir a desarrollar preguntas relevantes y culturalmente apropiadas para su inclusión en encuestas de carácter nacional.

En mis propios cursos en la universidad de Ann Arbor en Michigan, los estudiantes han realizado investigaciones etnográficas acerca de las asociaciones universitarias, equipos deportivos, organizaciones del campus y sobre la población local de los sin hogar. Otros estudiantes han observado de forma sistemática el comportamiento de la gente en espacios públicos, como pistas deportivas, estadios, restaurantes, bares, mercados, centros comerciales y aulas. De igual modo, otros proyectos de «antropología moderna» utilizan las técnicas antropológicas para interpretar y analizar los medios de comunicación de masas. Durante décadas, los antropólogos han estado estudiando sus propias culturas y la investigación antropológica pasa actualmente por un periodo de rápida expansión en Estados Unidos y Canadá. Dondequiera que exista comportamiento humano pautado hay molienda para el molino antropológico.

En cualquier sociedad compleja, muchas variables independientes (indicadores sociales) influyen en el comportamiento y las opiniones. Puesto que debemos ser capaces de detectar, medir y comparar la influencia de los indicadores sociales, muchos de los estudios antropológicos contemporáneos cuentan con una base estadística. Incluso en el trabajo de campo rural, son cada vez más los antropólogos que toman muestras, recogen datos cuantitativos y hacen uso de la estadística para interpretarlos (véase Bernard, 1994). La investigación cuantificable puede permitir una evaluación más precisa de diferencias y similitudes entre comunidades.

El análisis estadístico puede apoyar y redondear un informe etnográfico sobre la vida social local. No obstante, en los mejores estudios se mantiene el sello de la etnografía: los antropólogos entran en la comunidad y llegan a conocer a la gente. Participan en las actividades, redes sociales y en las asociaciones locales tanto en la ciudad como en el campo. Observan y experimentan las condiciones y problemas sociales, así como los efectos de las políticas y programas nacionales sobre la vida local. El método etnográfico y el énfasis en las relaciones personales en la investigación social son valiosas aportaciones de la antropología al estudio de una sociedad compleja.